miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Ellos las prefieren rubias, brutas o putas?

Los caballeros las prefieren ¿rubias, brutas, o putas? En estos días estuve leyendo -y analizando un poco- el libro que dio pie a la serie del mismo título "Los caballeros las prefieren brutas". Me hizo recordar al libro de Ester Villar, que en sus tiempos levantó revuelo: "El varón domado" y a aquella graciosa película de Marilyn Monroe "Los caballeros las prefieren rubias".
Había creído yo que aquel libro de la Villar fue un boom de librerías simplemente porque para aquellos tiempos realmente era una bofetada a las mujeres que creían -y querían, pretendían y se preparaban para ello- ser mucho más que muñequitas burguesas de sociedad y entrecasa, o mujeres para todo uso y abuso de los estratos sociales económicamente menos favorecidos. Y pensé que una cosa así, actualmente, ya no podría tener éxito ni llamar la atención de nadie. En esto último me equivoqué.
En realidad, tanto Ester Villar como ahora la autora del libro émulo de su antecesora, obviamente pensaron que harían buena plata agrediendo al feminismo. Y claro que acertaron en eso. Parece un chiste de mal gusto, pero nada más vendible que un libro que presenta al antifeminismo en su máxima potencia, en tiempos en que las feministas ya no necesitan quemar sostenes en las calles, porque esa etapa la superaron y dejaron atrás las luchas simbólicas (muy necesarias en aquellos tiempos) para emprender de lleno otras más esenciales y de fondo.
"El varón domado" no fue más que un leve y falso análisis de los recursos de sobrevivencia de mujeres sometidas (ella las presenta como victimarias de los hombres), lo que llamamos sobrevivencia: esclavas que estudian a sus amos para utilizar en su favor las ínfulas de los dominadores. Sin hacer el esfuerzo de salir del sometimiento, y por eso mismo, totalmente faltas de dignidad.
La "bruta" presentada por Isabella Santo Domingo es lo mismo, con ciertos chispazos que rozan lo que ya es chiste: fingir ser tonta, en la creencia de que eso conviene ante un macho machista. Lo terrible es que Isabella propugna la idea de que hay que ser inteligente para fingirse bruta y terminar así haciendo que el hombre haga lo que una quiere.
Si es que ser inteligente se puede separar de lo que es digno. No creo eso, de ninguna manera, siempre creeré que la inteligencia incluye principios morales, valores.
Lo perjudicial es que este tipo de ideas (la mujer que se finge débil para que su hombre la provea) ayuda a perpetuar la imagen de la mujer cretina que así le gusta más al hombre machista, digo que es perjudicial porque si entre mujeres nos pisamos el poncho, ¿qué será de las nuevas generaciones de niñas? ¿llegarán a la conclusión de que mejor bruta con abrigo de mink (aunque esto de por sí es un atentado contra la naturaleza y por tanto, contra la especie humana lo cual ciertamente no es señal de inteligencia) que inteligente sin tiempo ni para pintarse las uñas y sin hombre que le compre una cartera de marca mientras ella está en la peluquería?
Ah, no. Ojalá las madres sean capaces de enseñar a sus hijas a superar esos modelos de idiotez, a superar el consumismo, a fingirse hasta putas si les da la gana o teñirse de rubias si les divierte,¡pero no BRUTAS!